Comenzó en Chilevisión como reportero. En Mega fue editor y comentarista del bloque deportivo. Luego fue conductor del noticiero. Rodrigo Herrera es usachino de corazón y seguramente usted lo recordará también como uno de los panelistas del programa Mucho Gusto; un profesional con opinión que afirma que llegar a la Universidad de Santiago fue como entrar al armario de Narnia.
"Hoy valoro que la Universidad pública tenga la chance de cubrir un espectro tan amplio de la sociedad y tan diverso. Se hace verbo el concepto de universalidad que está detrás de nuestra Casa de Estudios", señala Herrera.
Encontrar periodistas que tengan opinión y la hagan valer en los medios de comunicación era difícil hasta el inicio del estallido social. Es que la propiedad de los canales de televisión, radioemisoras y periódicos chilenos en su gran mayoría sigue en manos de un grupo pequeño de empresarios.
El matinal de Mega, Mucho Gusto, en aquellos días contaba con prácticamente una decena de panelistas, uno de ellos era el periodista Rodrigo Herrera quien tuvo una vertiginosa carrera profesional.Desde muy joven estuvo al frente de desafíos profesionales de importancia. La Escuela de Periodismo, de la Facultad de Humanidades de la Usach le entregó las herramientas, valores e ideologías que hasta hoy defiende, afirma.
Recuerda que el periodismo siempre estuvo presente en su mente, pero en la enseñanza media no tenía claro que quería estudiar. Heredó de su abuelo muchas costumbres, entre ellas leer todos los días el diario y escuchar sagradamente a las 2 de la tarde los programas deportivos.
-Cuando estudiaba en el American Academy de San Bernardo me gustaba animar eventos, pero tampoco lo veía como opción profesional. La verdad estaba bien confundido cuando me tocó dar la Prueba de Aptitud Académica. Tenía en mente Arquitectura, incluso Ingeniería Comercial y finalmente me decidí por Periodismo, porque mi inclinación hacia las humanidades y lo social era mayor. Me costó convencerme. De hecho instalado en primer año de Periodismo en la Universidad de Santiago, di de nuevo la PAA y quedé en Derecho de la Universidad Católica. Me arrepentí cuando estaba en la fila del Campus Oriente.Mi veta iba por el periodismo de cultura y espectáculos. Todos mis créditos estaban orientados hacia interpretación cinematográfica. En el grupo de amigos de la Usach eran todos muy cinéfilos.
¿Cómo fue tu experiencia en el campus de la Universidad de Santiago?
-Estudiaba periodismo en jornada diurna, porque el vespertino en esa época estaba reservado al Plan Especial de Recuperación de Estudios para los que no pudieron terminar sus carreras en dictadura. No tenía problemas de hacerlo de día.Tuve un porcentaje de Fondo Solidario y de Beca Mineduc. Sumados ambos pagaba un porcentaje que era un tercio de lo que costaba la carrera en ese minuto.
De mi familia fue primera generación en llegar a la Universidad. Mis primeros días en la Usach fueron de nerviosismo porque estaba frente a un mundo nuevo. Yo soy bien crítico de mi colegio, porque tenían una visión muy cuadrada y católica que no te preparaba para el mundo real. Por ende, el primer impacto que recibí al entrar a la Universidad no fue el del rigor de los profesores o de que te mechonearan, sino más bien observar una diversidad que no estaba acostumbrado a ver en San Bernardo, ni en el colegio. Hoy valoro que la Universidad pública tenga la chance de cubrir un espectro tan amplio de la sociedad y tan diverso. Se hace verbo el concepto de universalidad que está detrás de nuestra Casa de Estudios.
Durante el periodo de estallido social, en Mucho Gusto hubo panelistas que se atrevieron a opinar, entre ellos tú, pese a las consecuencias posteriores, pero ¿cómo ves esta nueva realidad hoy en el periodismo?
-Hay una mala interpretación del concepto de objetividad y eso viene tal vez de los años más oscuros de nuestra historia donde estábamos como pisando huevos, en el que la objetividad tenía un valor al que se le daba un aprecio demasiado grande. Hoy en día creo yo que ha cambiado y las redes sociales también han democratizado la opinión, además de la demanda ciudadana que exige a los periodistas que tengan posición. La objetividad es una aspiración remota. Todo el mundo tiene un punto de vista y por eso me encantan los estadounidenses que son los grandes maestros del periodismo. La gente sabe lo que piensan y a quien apoyan; escriben sus columnas en ese tenor y luego el lector o el telespectador decide a quien sigue o no. Pero acá bajo la premisa de ser objetivo se pasó gato por liebre, porque la objetividad corría siempre y cuando tú estuvieras de acuerdo con el pensamiento ideológico del dueño del medio. Cuando cruzabas esa línea ya no eras objetivo. Otra cosa es la imparcialidad; tener una opinión y contrastarla. La objetividad es tramposa.
¿Qué grado de relevancia tiene en tu versatilidad profesional los contenidos y herramientas que te brindó nuestra Universidad?
-Yo creo que se lo debe a los profesores que tuve en la Universidad. Si volviera atrás te juro que pondría más atención a ramos como Teoría de la Comunicación, que son tan importantes. Tuve profesores como Camilo Marks, un tipo extravagante, pero maravilloso al mismo tiempo. Él nos hacía redacción 1 y 2, y redacción periodística. Nos mostraba un mundo distinto. Teníamos un club literario junto a unos 7 u 8 compañeros más cercanos a él con quien nos juntábamos incluso a comer. Ese tipo de experiencias que se replicaron con otros docentes creo que aportaron definitivamente a mi formación. Lo académico evidentemente te da un marco. La diversidad que observé en la Universidad me dio una posición en lo social, me entregó valores e ideologías que defiendo hasta el día de hoy. Todos son aspectos fundamentales que uno suma a su línea de pensamiento y , esa diversidad que observas, te ayuda a ser más tolerante en un mundo que es bastante poco abierto a lo distinto.
Si tuvieras que hacer un titular que resumiera todo lo que fue para ti la Usach, ¿qué dirías y por qué?
-La Universidad de Santiago para mí fue el armario de Narnia. Yo estaba en un mundo de burbuja al llegar allí. Por eso que valoro tanto esa experiencia integralmente; con los altos y bajos; con los paros que hicimos. Una vez hasta sacamos a un director de carrera con una movilización, talvez está ese ímpetu de querer cambiarlo todo,que yo valoro mucho, y lo sigo teniendo. Todo eso lo aprendí en la Universidad, lo aprendí en la Usach.
Hoy Rodrigo Herrera está volcado a proyectos en redes sociales con José Antonio Neme y Katherine Salosny, que pretende en los próximos meses llevarlos a los canales de televisión o producirlos en portales como The Clinic. Su horizonte laboral se aproxima al primer semestre del 2021. Por ahora navega económicamente sin mayores dificultades, con su 10% que retiró de la AFP y no descarta dedicarse a la Academia.
Autor:
José Flores