“Tuve una vida feliz y muy unida a mi marido, pero no quiero sufrir acordándome del pasado. Tengo suficiente actividad y energía para seguir haciendo cosas”, advierte de entrada Sylvia Soublette, en conversación con la periodista Gabriela Martínez, en la terraza de su acogedor departamento ubicado en el sector oriente de la capital.
En ese refugio, al que se traslada después del fallecimiento de su compañero de vida, el hombre público Gabriel Valdés Subercaseaux, asume la viudez como una etapa donde continua con su prolífica actividad compositiva y de dirección. Ad portas de cumplir 95 años, el próximo 5 de febrero, se mantiene plenamente vigente y con nuevos proyectos a corto plazo.
El maleficio y otros proyectos
Acompañada en todo momento por el melodioso cántico de canarios y otras especies cantarinas que alegran su terraza, esta creadora comprometida con su propio talento denota un entusiasmo conmovedor. “Estoy dedicada a buscar todo lo que he escrito en música, quiero postular un Fondart para hacer un disco y enviar las partituras al Archivo de Compositor de la Biblioteca Nacional. Estoy terminando una obra muy contemporánea, que se llama “El maleficio”. Su nombre es porque alude “a una leyenda sureña, de un brujo que encanta a una pareja. Es una composición para un grupo de maderas, cuerdas y una cantante”, agrega.
En septiembre de 2016, Sylvia dirige el oratorio “La leyenda de Jepthe”, de Giacomo Carissimi, en una emotiva jornada en el Teatro Oriente. La obra, que incluye una orquesta de cámara y un ensamble vocal, inicia una gira por Valdivia, Talca y Rancagua.
“Si hubiese sido más joven, tal vez no me habría atrevido a hacerla. Pero tengo los suficientes años y confianza en mí misma, como para asegurarme que nadie puede decir cómo se hacía exactamente una obra en el siglo 17. Jepthe es una obra absolutamente dramática, sería absurdo hacerla más hierática. Decidí darle un carácter más avanzado, más operático”, señala respecto a la decisión de convertir a esta pieza barroca en un montaje escénico.
Premio Nacional: visión crítica
A los 12 años, Sylvia es llevada por su padre a una iglesia luterana donde escucha una cantata de Bach. Ese es el momento que marca toda una vida ligada a la música, no sólo como intérprete y compositora, sino también como directora del primer coro de la Universidad Católica de Valparaíso, fundadora del Conjunto de Música Antigua de la PUC y formadora de generaciones de músicos a través de la Corporación Cultural Instituto de Música de Santiago, cuyo legado a la Universidad Alberto Hurtado, le genera aún desazón (sus reflexiones en podcast en www.radio.usach.cl/programas/mujeres).
Con méritos más que suficientes, es postulada en tres ocasiones al premio Nacional de Artes Musicales. En no obtenerlo no le causa resquemor alguno, aunque apunta: “Hay poca claridad en la entrega del galardón. El premio fue creado originalmente para compositores de música clásica, después se amplió a intérpretes. Nunca se dicen cuáles son las condiciones. No tengo nada contra el señor Vicente Bianchi (ganador en 2016), pero este premio no es para música popular. Además creo, con toda sinceridad, que el premio Nacional se lo han dado sólo a personas de la Universidad de Chile”.
Su visión crítica se hace extensiva al área formativa. En 2011, el Ministerio de Educación aprueba el decreto N°1363 que reduce las horas para las asignaturas de Artes Visuales y Musicales de 2 horas semanales para cada asignatura a 2 horas (establecimientos sin Jornada Escolar Completa) o 3 horas (colegios con Jornada Escolar Completa). De esa manera, se convierten en asignaturas electivas según cada establecimiento.
Pedagoga por antonomasia
Con aquél antecedente, Sylvia no escatima en plantear: “Chile todavía es un país subdesarrollado en cuanto a la música. No aprecia la importancia de la educación musical en todos los colegios, lo que ayudaría a la formación integral de una persona. No se trata sólo de aprender materias, pues la música desarrolla otra parte del cerebro y el espíritu”.
Su fuerte vocación como pedagoga, también la impele a señalar: “Hoy en el país casi no se hace música de cámara, todos están abocados a la ópera, porque vende. Sacrifican jóvenes con obras que van más allá de sus fuerzas y arruinan voces de gente que podría haber cantado hasta los 60 años”.
En tal contexto, la protagonista del ciclo Grandes Chilenas tiene múltiples ejemplos que le entregan la razón, pero más allá de esta realidad, durante su trayectoria, forma a innumerables cantantes y músicos que han descollado en la escena nacional e internacional. Un ejemplo es el tenor Erwin Aros (https://www.operamusica.com/artist/erwin-aros/#agenda(link is external)), un joven talentoso de Pudahuel, quien en la actualidad, tiene una exitosa carrera en Europa.
“Vino a trabajar conmigo en una obra y le dije: “Te voy a dar el papel principal”. Lo hice trabajar conmigo varios meses y toca la casualidad que viene un grupo francés, quedaron encantados y se lo llevaron a Francia. Lo becaron y entró directamente a la Escuela de Versalles. Ahora ha hecho varios discos como solista. Para mí es fantástico pensar que fui parte de ese impulso”, rememora con emoción esta maestra que continúa en contacto con éste y otros discípulos.
Finalmente, Sylvia Soublette Asmussen, derrochando simpatía, advierte que con el proyecto de sus memorias concluido, se prepara para la celebración en grande de su aniversario 95, donde será agasajada por su familia extendida y amigos cercanos, entre ellos sus tres hijos: Juan Gabriel (diplomático), Maximiano (director de orquesta) y María Gracia (gestora cultural), y los hijos de sus hijos.