La Escuela de Obstetricia, consciente del debate que se ha instalado desde el movimiento estudiantil sobre la violencia de género, organizó esta actvividad con el objetivo de generar un espacio de diálogo sobre la violencia obstétrica desde una perspectiva de género.
Durante la actividad, un grupo de mujeres dio su testimonio de cómo se llevó a cabo su proceso de parto se sintieron “infantilizadas en el trato y que el personal de salud no tuvo empatìa con el dolor que sentían”.
Reafirmando el relato de las mujeres, Alejandra Montero, matrona y docente del Plantel dijo, que “esta violencia es ejercida tanto psicológica como física, la violencia obstétrica va desde que reten a las mujeres por no pujar, ridiculizarla, hasta la inducción innecesaria del parto, sin considerar la emocionalidad de la mujer que está siendo atendida”.
La académica señaló además que “la violencia obstétrica hace referencia a un conjunto de prácticas que degrada, oprime e intimida a las mujeres de distintas maneras dentro de la atención de salud reproductiva, fundamentalmente en el periodo de embarazo, pre y post-parto”.
En tanto, Yennifer Marquez se refirió a que la violencia obstétrica es ejercida por los profesionales de salud “muchas veces sin que estos sean conscientes de ello, pues se trata de prácticas que han sido normalizadas y que fueron enseñadas en las mismas aulas, entendiendo que eran parte del proceso de parto”.
Asimismo, la académica señaló que como Escuela de Obstetricia “ha sido nuestro trabajo que los estudiantes comprendan cual es la forma fisiológica, anatómica, biológica, los aspectos emocionales, psicológicos y todo lo que sea en el parto con enfoque de derecho y de género, de tal modo de que cuando egresen tengan las herramientas teóricas y prácticas.”
A pesar de estas malas prácticas, ambas académicas detacan experiencias positivas como lo que actualmente sucede en el Hospital El Pino de San Bernardo, donde a través de un proyecto de innovación docente se inauguró en 2017 una sala SAIP (Sala de Atención Integral del Parto) que permite a las mujeres embarazadas vivir el parto como un proceso natural y no como una enfermedad.
Cabe destacar que la sala SAIP, cuenta con un jacuzzi, fular para colgarse, sillas de parto vertical, balón kinésico, aromaterapia, espacio para el libre movimiento, guateros de semillas, lámpara con luz cálida y red de oxígeno y aspiración en caso que se requiera.
Montero dijo sentirse orgullosa de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la U. de Santiago está ya que “ no sólo nuestra Universidad está a la vanguardia de lo que debiera ser un parto respetado, sino que también, está comprometida con el cambio y por lo miismo realiza capacitaciones en hospitales para el personal de salud”.
Qué dice la Ley
Desde la perspectiva legal en Chile, según explicó Natacsha Toledo, se señala que “todas las personas que se atienden en algún servicio de salud, a ser respetados en forma digna, a poder estar acompañados. Pero, son tan generales que quedan sujetos a los protocolos de cada hospital y de cada clínica. Por esta razón se hace urgente la necesidad de especificar los derechos de las mujeres en éste ámbito, y generar un cambio cultural”.
Ante la falta de protección es que la Coordiandora por los Derechos del Nacimiento hizo hincapié en impulsar un marco legal que garantice a todas las mujeres de Chile, tanto en lo público como en lo privado, que puedan tener un parto respetado.