No siempre quiso ser una científica. De hecho cuando dio la Prueba de Aptitud Académica, la decisión se la dejó a una moneda, porque sentía las mismas ganas de convertirse en bioquímica que en filósofa. Y en el cara o sello su impulso humanista quedó atrás.
Así, María Jesús Aguirre Quintana ingresó a la Universidad de Chile a cursar Bioquímica, pero dentro de la carrera se dio cuenta que su pasión era la Química y se cambió en el mismo plantel. “Mi objetivo era inventar cosas útiles, así que hice la práctica en una cervecería. En ese tiempo quería diseñar una forma de medir hierro, que causa un sabor malo a la cerveza y que podría estar en el agua, pero en esa época aún tenía una concepción muy limitada sobre la investigación”, puntualiza.
Entre sus referentes está su propia madre, quien si bien no terminó su carrera, fue parte de la primera promoción de mujeres en la Facultad de Derecho de la PUCV. “Para ella estudiar en la Universidad era un requisito. Si lo podías hacer, tenías que hacerlo. Ahora, dentro de su lógica, química no era para mujeres. Me dijo que era una estupidez lo que estaba estudiando, que no me darían trabajo, porque para ella, la pega de una química era en una fábrica haciendo turnos”, relata.
“Efectivamente, ella estaba muy bien situada respecto a la realidad de esa época, porque en esas fábricas no iban a contratar mujeres para dar instrucciones a obreros, ya que no nos harían caso. A ninguna de las dos se nos ocurrió la carrera académica. No la veíamos. Yo estudiaba porque probablemente trabajaría en una empresa, o así lo imaginaba dentro de mi porfía”, agrega.
En 1982 llegó a la Usach para desarrollar su tesis de pregrado. Mientras la hacía, se desempeñaba como profesora por hora y fue aquí donde su vida cambió. “Cuando ingresé a la Usach trabajé en el grupo de Elsa Abuín y Eduardo Lissi, y me llamó la atención que ellos hacían una cosa que llamaban ‘investigación’. A mí me encantó eso. ¡Me encantó, me encantó, me encantó! Y dije ‘esto es lo que quiero hacer’, y como se hace en las universidades, acá me quedé”, recuerda.
Motivada cursó el Doctorado de Química en nuestra Casa de Estudios y se convirtió en profesora titular en la Facultad de QyB. Su línea de investigación es la electroquímica y ha trabajado fabricando sensores para diversos contaminantes de aire y agua, y analizando las características antioxidantes de productos naturales.
Ciencia + género
Sus inicios como científica no estuvieron exentos de dificultades, porque en los ochenta, cuando ella estudiaba, los estereotipos de género y la discriminación estaban normalizados. Sobre todo en su carrera donde predominaban los hombres. Y a pesar de que siempre se ha considerado feminista, fue en esa época donde debió cultivar una voz más fuerte, que se hiciera escuchar, un rasgo que la caracteriza hasta hoy.
Sin embargo, fue la maternidad su mayor obstáculo, pues coincidió, a los 27 años, con estar cursando el doctorado y la cesantía de su marido. “En ese tiempo debía generar el dinero necesario para mantener a mi familia, pero me pagaban como profesora por hora, así que fueron momentos bastante duros en que me planteé si tenía sentido continuar con este postgrado”, rememora.
La académica recuerda con cariño el apoyo que recibió de la profesora Leonor Contreras, que, sin ser su tutora, la ayudó a gestionar una especie de beca en los momentos más álgidos. “Hay personas que no se dan cuenta la ayuda que significan para ti y ella me salvó el doctorado”, reflexiona.
El complejo escenario de la Dra. Aguirre incluía la hemiplejia que padece su marido. “Él no puede cocinar, ni mudar una guagua, porque su parte derecha del cuerpo está bastante inmovilizada, pero siempre ha tenido una actitud de apoyo y cero machismo que fue fundamental. Siempre he sentido gran admiración por él, porque a pesar de este trastorno, que además le provocó problemas en el lenguaje, logró ser abogado. Su capacidad de superación me sirvió de estímulo”, agrega.
Para la investigadora, nuestra Institución está avanzando en la dirección correcta en términos de paridad de género, y se ha transmitido al alumnado que existen herramientas para defenderse. No obstante, ve con preocupación la falta de una sala cuna para el estudiantado y plantea la necesidad de contar con flexibilidad horaria para profesionales, funcionariado y profesorado con el fin de compatibilizar la vida laboral con la familiar.
Junta Directiva
En 2021, María Jesús Aguirre se convierte en la primera mujer presidenta de la Junta Directiva de la Universidad de Santiago de Chile, cargo que ocupó por dos periodos consecutivos. Nunca se esperó el nombramiento, pero asegura que se lo tomó con agradecimiento y responsabilidad.
Sin embargo, fue una época difícil, que incluso tuvo un costo emocional para ella. “Creo que todos los procesos duros te generan crecimiento, madurez y resiliencia, pero no diferencio especialmente lo que fue ser directora (de la Junta) de lo que fue ser presidenta, porque en los dos roles tienes una obligación importante que cumplir”, expresa.
“No me consideraba especial ni nada por ocupar este cargo de presidenta. Eso sí, creo firmemente que es mejor que dirija la Junta un académico o académica, porque somos quienes más conocemos lo que anda bien, más o menos y mal aquí”, explica, ya que además de representantes del profesorado, la Junta la componen dos delegados del mundo empresarial y otros dos que nombra el Gobierno.
Antes de presidir este organismo colegiado, la Dra. Aguirre era miembro del directorio. “Me lo vino a proponer el doctor Bernardo Morales, colega de Laboratorio, y la verdad es que me pilló volando bajo. Le dije que sí, que podía ser. Cuando vi lo que era la Junta, me asusté un poco, pero empecé a aprender y desde entonces siempre lo he considerado un rol desafiante”, subraya.
La Academia
Actualmente, imparte clases en las cuatro carreras de la Facultad de Química y Biología. Según ella, sus estudiantes la ven como una abuela “con lo bueno y lo malo que pueda tener una: cercana y un poco anticuada”.
“En todo caso, creo que lo más importante, en ese sentido, es la cercanía, porque me pasa, principalmente con estudiantes de primer año, que me caen bien. No me molesta que se equivoquen o tengan miedo, ya que los veo como a mis nietos, así que les tengo buena”, ríe.
Sobre la calidad de la formación, la Dra. Aguirre reconoce que “siempre me ha enorgullecido trabajar en la Usach porque creo que sacamos muy buenas y buenos profesionales. Y me gusta que estos sean, de repente, la primera generación de su familia en una Universidad, porque el desafío es mayor y el esfuerzo que deben hacer es más grande. Entonces pienso que es una satisfacción enorme tanto para ellos como para una como académica”.
¿Jubilación? La tiene asumida y casi planificada, pero por lo pronto se dedicará al Instituto Milenio en Amoníaco Verde como vector energético (MIGA), que se adjudicó junto a su equipo el año pasado. “Es un proyecto enorme del cual soy directora alterna y tiene una duración de cinco años, renovable a 10. Mi intención es quedarme los 5 años, porque es un proyecto demasiado lindo para retirarme todavía”, insiste.
“Pienso investigar hasta que termine ese periodo y luego quisiera irme a mi casa a aprender nuevos hobbies, porque ya mis dos nietos no me van a pescar. Y si trabajara en ciencia posteriormente, me dedicaría a escribir libros de texto más amenos de fisicoquímica, pensando en mis estudiantes de primer año”, ríe.
“¿Cómo me veo fuera de la Universidad? Feliz. Nunca he pensado que esto sea lo único que hay en mi vida. En mi vida hay por lo menos dos cosas: mi familia y la Universidad. He sacrificado a mi familia por la Usach pero después sacrificaré la Usach por mi familia. Me parece que es ley de la vida y ya una más vieja debe dar espacio para que lleguen otras personas”, concluye.