“Uno de los hallazgos más interesantes de la investigación fue la revitalización de los barrios”. Esa es la principal conclusión del estudio ‘El comercio inmigrante: aproximación a la representación socio espacial en los barrios de la comuna de Santiago’, a cargo de la académica del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Usach, Dra. Daisy Margarit.
De acuerdo a la trabajadora social, magíster en desarrollo urbano y doctora en sociología, debido a las condiciones precarias en que llegan algunos migrantes a Chile, estos se localizan en lugares donde es más barato vivir o donde el mercado de la vivienda informal está más extendido. Es decir, en sectores degradados urbanísticamente.
Sin embargo, a través del estudio, se pudo constatar que “los negocios de los inmigrantes, con sus colores, productos y dinámicas que generan a su alrededor han podido dar un cambio en el paisaje urbano, lo que ha permitido mejorar la estética de esos lugares. Sobre todo, con los almacenes, restoranes o negocios con servicio directo para la comunidad donde están insertos”.
De acuerdo al estudio, los negocios de migrantes que más se extienden en los barrios Balmaceda y Yungay son los almacenes (36%), seguidos por los restoranes (21%). Más atrás aparecen peluquerías (7%) o bazares (1%). “El almacén cumple un rol de derribar estereotipos asociados a los inmigrantes porque los chilenos, al ir a comprar el pan o distintos productos de orden cotidiano, entablan un diálogo con el almacenero que es un vecino extranjero. Por lo tanto, se refuerza la imagen del vecino que aporta al barrio”, sostiene la Dra. Margarit.
En estos lugares, la mayoría de dichos negocios corresponde a propietarios peruanos, con una cifra equivalente al 77%. Los colombianos aparecen con un 8% de los locales, mientras que los ecuatorianos representan un 5% del ese total y los venezolanos, un 3%.
“Pudimos dar cuenta que mucho comercio que antiguamente correspondía a propietarios chilenos, al momento de envejecer, los compraban inmigrantes que llevaban un tiempo en el país generando una estrategia de comercio que les permitía tener un empleo más estable y traerse a su familia al país en muchos casos”, explica la Dra. Margarit.
Del total de casos, el 13% de los encuestados, que corresponde a dueños o trabajadores de estos locales, lleva 3 años viviendo en Chile; el 15%, entre 15 y 20 años; y el 16% , un año o menos. Aunque reconoce que no todos los migrantes son emprendedores, sí asegura que hay un segmento importante que aspira a serlo.
“Pudimos darnos cuenta que los inmigrantes que llevaban más tiempo y tenían un proyecto más consolidado no solo tenían uno, sino dos o tres negocios dentro de un mismo barrio”, agrega la académica. Por eso, enfatiza que los migrantes han dejado de ser demandantes de trabajo para convertirse en generadores de su propio empleo, abriendo plazas para los propios chilenos y produciendo un mayor desarrollo económico para el país.
“La mayor parte de estas iniciativas se relacionan con medidas que son impulsadas por mujeres migrantes”, subraya.
Metodología
El estudio corresponde a un proyecto de la Dirección de Investigación Científica y Tecnológica (DICYT) de la Universidad de Santiago en la línea de Opinión Pública.
Los negocios catastrados fueron comparados con aquellos caracterizados en 2012 en el proyecto Fondecyt ‘La integración social del inmigrante latinoamericano en Santiago de Chile: territorio y redes sociales” (2010-2012)’.
En 2016, se catastró la situación migrante en los negocios del barrio Yungay. Bajo la actual investigación, que tuvo una duración de 6 meses de trabajo en terreno, se actualizaron los datos con el comercio migrante en el barrio Balmaceda. De un total de 99 de los comercios migrantes catastrados, 61 de ellos resultó de este último y 38, del primero.