Nuestro desafío con el cambio cultural para la igualdad de género y la no discriminación
El miércoles 15 de septiembre entró en vigencia la Ley 21.369 que regula el acoso sexual, la violencia y discriminación de género en la educación superior. A partir de esta fecha, las instituciones tendrán un año para implementar lo que dispone la normativa, que entiende el acoso sexual como una manifestación de violencia de género que atenta contra la dignidad, la libertad y la integridad de las personas, limitando la igualdad en el ejercicio de los derechos fundamentales.
El cuerpo legal rige a todas las personas que son parte de las comunidades educativas en el nivel superior: docentes, estudiantado, funcionarias y funcionarios. Nos mandata contar con una política contra el acoso sexual, la violencia y discriminación de género, además de un modelo de investigación y sanción y otro que, de manera integral, se ocupe de prevenir la ocurrencia de estos hechos.
Este último ámbito de la prevención es clave para erradicar el acoso sexual de nuestras instituciones, por lo cual la ley contempla la obligatoriedad de actividades de sensibilización y programas de capacitación y especialización dirigidas hacia quienes son parte de las comunidades. Asimismo, se establece que el diseño e implementación de estas acciones deberá estar a cargo de unidades integradas por equipos especializados.
Desde la Universidad de Santiago celebramos la nueva ley, asumimos los desafíos de profundización que contempla y reconocemos el camino trazado que tenemos.
En efecto, durante la última década, y con mayor fuerza durante los últimos años, la Usach ha trabajado para fortalecer una institucionalidad de género que encauce estas necesarias transformaciones sociales.
A ello responde la creación de orgánicas, como la Dirección de Género, Diversidad y Equidad (DGDE), dependiente de Prorrectoría, que cuenta con competencias y recursos para abordar este desafío cultural en nuestra comunidad, y también normativas, como el Protocolo Institucional contra la Violencia de Género, que data de 2017 y la normativa de reconocimiento del nombre social de la población no binaria y de género diverso.
Es precisamente desde la Dirección de Género que está en curso la construcción de nuestra Política Institucional, elaborada participativa y triestamentalmente, en cuya primera etapa de diagnóstico ya han contribuido más de 60 personas entre mundo académico/docente, estudiantes, funcionarias y funcionarios. De esta manera, finalizaremos el año 2021 con una Política de Igualdad de Género y No Discriminación, no sólo cumpliendo con la ley, sino con un compromiso mayor con los cambios que requiere y demanda nuestra Institución.
Sin embargo, este instrumento necesita un plan de acción para ser efectivo. Es por eso que nuestra Política se encuentra armonizada con el Plan Estratégico Institucional 2030, donde se ha incorporado por primera vez un eje transversal de igualdad de género, lo cual implica trabajar en un conjunto de acciones concretas que serán implementadas a nivel de facultades, departamentos académicos y unidades de gestión, que permitirán en el corto y mediano plazo avizorar cambios significativos en la cultura de igualdad de género que nos hemos propuesto construir.
Asimismo, estamos conscientes de los retos que tenemos por delante. Uno de ellos es mejorar la manera en que se llevan a cabo los procesos disciplinarios por razones de género, optimizando la transparencia en el acceso a la información y haciendo más eficientes los tiempos de resolución de estas instancias.
Sabemos que este ámbito constituye uno de los malestares que resiente nuestra comunidad, nos lo han hecho saber las representaciones estudiantiles y también se refleja en los hallazgos del estudio que evaluó el funcionamiento del Protocolo contra la violencia de género, cuyos resultados estarán disponibles a toda la comunidad. Es por ello que la Dirección Jurídica, en conjunto con el Departamento de Tecnologías de la Información y la DGDE, se encuentran ya trabajando en el diseño de un sistema que permitirá realizar a mediano plazo la trazabilidad de los procedimientos disciplinarios.
El mismo horizonte de construir mejores vidas a partir del conocimiento generado con compromiso social y pensamiento crítico, guían el actuar de quienes trabajamos cotidianamente para que esta Institución sea un lugar seguro, de alegría, diverso, libre de discriminaciones y violencia de género. Saludamos la promulgación de esta ley que significará un impulso para la consecución de ese objetivo.
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