La desigualdad de oportunidades, las brechas salariales y las dificultades para conciliar la vida personal o familiar con la laboral son algunas de las limitaciones con las que se encuentran las mujeres para crecer laboralmente, encontrar un nuevo trabajo o acceder a cargos de liderazgo, lo que se profundizó durante la pandemia de COVID-19, pues los datos indican que en 2020 la tasa de participación femenina en la fuerza laboral fue de 44,9% (Women in Work Index – PwC Chile, 2021)
En este sentido, la formación continua se ha convertido en una importante clave para reforzar los perfiles profesionales y contribuir a desenvolverse en distintas áreas, ampliando el espectro de oportunidades.
Durante 2022, el 56% de las personas aceptadas en cursos, diplomados y postítulos en la Universidad de Santiago corresponde a mujeres, 11 puntos porcentuales más que la participación de población masculina y 3% más respecto al registro de aceptados 2021.
Este porcentaje ha ido creciendo y consolidándose a lo largo de los años; en 2019 - de acuerdo al registro del Sistema Continua (plataforma para la gestión del área) - el 49% de los estudiantes aceptados en cursos, diplomados o postítulos Usach correspondía a mujeres, mientras que en 2020, a pesar de la pandemia esta cifra aumentó en un 5%, superando por primera vez la inscripción masculina en un 7%, lo que se mantuvo en 2021.
“La posibilidad de seguir estudiando nos abre la mirada a nuevos proyectos, posibilidades, mejorar las condiciones de calidad de vida, condiciones laborales, profesionales e incluso a nuevas perspectivas en temas que no necesariamente son de especialidad. Seguir formándonos siempre va a tener un efecto positivo y para garantizar el acceso a la educación a lo largo de la vida de más mujeres, debemos pensar en programas más flexibles, que permitan a equilibrar de mejor manera el tiempo de trabajo con el de estudio y con el ámbito más personal y familiar” indicó la directora del Departamento de Educación Continua, Claudia Oliva.
Sin embargo, todavía existen áreas del conocimiento con menor participación femenina, entre ellas el área de Ingeniería y Tecnología, que en 2022 sólo alcanzó el 32% de mujeres aceptadas en programas.
“Tenemos también el desafío de generar una oferta de programas integral, que motive a las mujeres a incorporarse en áreas que actualmente tenemos baja participación femenina y que les abra las puertas a ocupar puestos de liderazgo y de incidencia en el medio social, público y productivo” subrayó la directora del Departamento de Educación Continua.
Por otro lado, la situación respecto a los directivos de programas no es alentadora. Sólo el 29% del cuerpo directivo de programas de educación continua 2022 correspondía a mujeres, con menor representatividad en las áreas de las ciencias exactas (0%), arte y arquitectura (0%) y en el área de ingeniería y tecnología, donde sólo el 8% de los directivos de programas son mujeres.
“Es importante que se den las posibilidades y condiciones para que, más mujeres que ya son líderes en algunas temáticas puedan asumir la dirección de programas y darle una mirada con foco de género a la educación continua en todos sus ámbitos.” Señaló Claudia Oliva.